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Juan Romero - Psicólogo Clínico - Sexólogo 
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¿Estás buscando un psicólogo?

Sabemos  por nuestra experiencia, que el apoyo y afrontamiento adecuado a cualquier situación conflictiva (de relación, de desarrollo, de trauma o de duelo), disminuye la probabilidad de estrés post-traumático o cualquier otro tipo de patología.

Por esta razón, nuestras principales metas terapéuticas son:

  • Eliminación del sufrimiento y de los síntomas asociados.

  • El desarrollo de una persona sana, que tenga la capacidad de auto-consuelo y auto-regulación, que pueda sentir la gama completa de emociones, que pueda interactuar y vincularse apropiadamente, siendo capaz de establecer límites, empatizar y crear buenas relaciones interpersonales.

  • Buen nivel de autoestima y bien integrado en su identidad personal.

¿Cuándo pedir ayuda?

Solicitar ayuda a un psicólogo debemos verlo como algo normal. Debido a una reacción normal de nuestro organismo, provocado por una situación anormal.

Con nuestra ayuda, afrontarás de una forma más positiva aquellas situaciones temidas o que nos provocan malestar, favoreciendo un desarrollo personal saludable.

Casi todos los trastornos actuales tienen sus raíces en la experiencia. Quizás por esto, tal vez te preguntes: ¿Necesito un Psicólogo? No existe un criterio unánime acerca de cuándo se debe acudir a un psicólogo. Aunque son varios los indicadores que te pueden ayudar a tomar la decisión.

La mayor parte de las veces será por la necesidad de encontrar una salida o un cambio a una situación de crisis o conflicto que se vive con malestar y sufrimiento.

En otros casos, será cuando los recursos que empleas (tú o tus seres queridos) para aliviar el dolor no son suficientes o estos resultan ineficaces. Debes pedir ayuda si después de 4-6 semanas, siguen presentes o han empeorado los siguientes síntomas, sobre todo si es un menor de edad:

 

  • Continuas nervioso, deprimido y tenso.

  • Tienes dificultades para dormir o no concilias el sueño.

  • Te resulta complicado concentrarte en el trabajo y en obligaciones cotidianas.

  • Físicamente te encuentras mal y no se debe a ninguna enfermedad.

  • Estás abusando de medicinas, alcohol o drogas.

  • No mantienes unas adecuadas relaciones personales, sociales o te encuentras sólo.

  • Sientes que has perdido la ilusión por la vida.

  • No puedes dejar de pensar en lo sucedido y tienes miedo.

 

 

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